En la obra pictórica de Cecilia Gandolfo, el color de su paleta, siempre personal, cambiante en el tiempo, ilumina la ruta de su viaje por un mundo contemporáneo donde germina lo nuevo en un nuevo siglo.
Los planos cromáticos superpuestos dejan aflorar las variaciones de las transparencias, en las que se advierte una vibración sostenida por el gesto seguro en el manejo del pincel.
Los personajes y los elementos que habitan sus cuadros están contenidos por una composición abarcadora que los eleva desde raíces profundas.
El agua y el fuego se encuentran en un contrapunto de color lleno de lirismo, donde el relato se hace siempre presente, sugiriendo una narrativa encantada.
Sergio Kern
